martes, 30 de diciembre de 2008

de pelos!

La sociedad post Freud (al menos la Argentina) considera importante que cada individuo tenga un terapeuta de confianza. Mientras yo espero que el mío caiga del cielo, ya que no posaré más mis aposentos en divanes baratos buscándolo, me conformo con haber encontrado a MI peluquero personal.
Su nombre es sencillo: Juan. Lo conocí después de de pelearme con un novio, cuando llegué hasta Llongueras para que me corten la cabeza de raiz. Yo le decía "cortame así, pero así no, pero fijate que acá esto, acá lo otro", re densa. Pero, ¿qué busca una en un peluquero si no es comprensión? En fin, fue amor a primera vista: lo supe cuando, después de secarme el pelo, hizo ese juego de espejos para verte la parte de atrás del corte. Nuestra relación terminó de sellarse el día que fui y me atendió al ritmo de un grandes éxitos de Luis Miguel, ¿se imaginan? que te laven la cabeza, te sequen, te peinen y te tomen del cabello mientras de fondo suena:



"
Cierra los ojos
Déjate querer
Quiero llevarte
Al valle del placer
Mía, hoy serás mía lo sé
...
Entrégate
Mi prisionera
La pasión no espera
Y yo no puedo más de amor "


Hace poco abrió su propia peluquería, que para alegría de todas sus clientas, sigue quedando en el centro. Incluso los precios son bastante más accesibles que en Llongueras.
La dirección es calle 59 e/ 7 y 8. Más 7 que 8.
No tengo la dirección exacta ya que repartí entre amigas las tarjetitas que tomé de su mostrador.

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